
Los 300 profesionales que ingresan cada año al programa, seleccionados de entre miles de postulantes, aceptan dejar casa y familia para aprender y trabajar durante un año en una comuna rural de Chile. Entregar todo su profesionalismo y compromiso social en el territorio no sólo transforma la vida de otros, sino que cambia sus propias vidas.
Conectar, activar y visibilizar a las comunidades y sus recursos, con las oportunidades que ofrece el propio contexto, es más que trabajar para superar pobreza y exclusión.
Es la convivencia entre profesionales jóvenes con alta motivación y capacidad técnica y comunidades con grandes potencialidades, donde la forma de trabajar también es innovadora: vivir en conjunto la experiencia de la participación social, compartir un diagnóstico de los problemas locales y la motivación por enfrentarlos, trabajar por la igualdad de oportunidades y aprender unos de otros.